La reconciliación, o confesión, es uno de los aspectos más sanadores, llenos de gracia y únicos de la Iglesia Católica. Cuanto más frecuentemente te confieses, más creces en la sanación y gracia del Señor. Aquí les damos algunas razones para ir a confesión:
1. La confesión le ayuda a "conocerse mejor a sí mismo". Al llegar a conocernos mejor a nosotros mismos, nos damos cuenta de lo caídos que estamos y de lo mucho que necesitamos la ayuda y la gracia de Dios para vivir. La confesión frecuente nos ayuda a recordar que debemos confiar en Dios para que nos ayude a librarnos de nuestros pecados.
2. La confesión nos ayuda a superar el vicio. La gracia que recibimos del sacramento de la confesión nos ayuda a combatir nuestras faltas y fracasos y a romper nuestros hábitos de vicio mucho más fácil y rápidamente de lo que podríamos hacer sin la gracia sacramental recibida en este sacramento.
3. La confesión nos trae paz. Un sentido de vergüenza y culpa por nuestros pecados puede hacernos sentir confundidos por dentro y hacernos perder la paz y el gozo. Cuando escuchamos las palabras de perdón de Dios de labios del sacerdote en confesión, una carga se quita de nuestros hombros y podemos sentir nuevamente la paz del corazón y el alma que proviene de estar en una buena relación con Dios.
4. La confesión nos ayuda a estrechar la amistad con Cristo.
5. La confesión fortalece nuestra voluntad. Cada vez que experimentamos el sacramento de la confesión, Dios fortalece nuestra voluntad y nuestro autocontrol para poder resistir las tentaciones que afrontamos en nuestra vida. Nos volvemos más decididos a seguir la voluntad de Dios y no nuestros propios caprichos.
Las palabras de absolución en el confesionario son verdaderamente hermosas: "Yo te absuelvo de tus pecados, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Jesús está esperando para perdonarte, ¡todo lo que tienes que hacer es pedir! No se pierda más el poder curativo de la confesión.
Adaptado de Catholics Come Home